jueves, 9 de junio de 2016

Empoderar a las personas mayores: ¿por qué?


Hace unos días escuché algo que me invitó a escribir esta entrada en el blog. La que hablaba era una mujer, de unos 75 años aproximadamente, y decía: "mis hijos quieren decidir por mí; como ven que tengo algún despiste, dicen que lo mejor es que me vaya para una residencia; dicen que es por mi bien, pero yo estoy bien y no quiero irme a una residencia".

Aunque parece una anécdota, realmente situaciones como esta están a la orden del día. Lo hacemos "por su bien", pero sin contar con su opinión. ¿Será por su bien, o por el nuestro?


En ocasiones, bajo una concepción negativa de la vejez, creemos que las personas mayores pierden su capacidad de decidir y de opinar, sobre diferentes temas y sobre su propia vida. "Hacerlo por su bien" implica una idea subyacente de que la persona no puede o no sabe tomar una decisión "por su propio bien".

El título de esta entrada habla de empoderar. El empoderamiento proviene de la palabra inglesa empowerment, y se podría difinir como el proceso por el que atribuimos a una persona capacidad y competencia para llevar a cabo cambios a nivel personal y social. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que implica asumir que la persona, en este caso mayor, puede tomar sus propias decisiones, llevar a cabo las acciones que considere más oportunas e implicarse en aquello que desea. 

A nivel personal, podemos considerar el empoderamiento de la persona a la hora de realizar valoraciones y tomar decisiones sobre su propia vida. Tomar decisiones por la persona, aunque sea "por su bien", implica despojarla de esa capacidad, de ese poder, lo que la convierte en una persona incapaz y cada vez más dependiente. 

A nivel social, el empoderamiento de la persona se encuentra a la hora de formar parte de la comunidad, de integrarse en ella y participar de ella. Concepciones falsas acerca de la vejez, que excluyen a las personas mayores de la vida social, generan igualmente incapacidad y dependencia. 

Un aspecto que me gustaría destacar es la influencia de los estereotipos sobre el empoderamiento. Los estereotipos negativos sobre el envejecimiento (considerar a las personas mayores incapaces, dependientes, con dificultades para tomar decisiones...) abocan a las personas mayores precisamente a comportarse en función de lo que esperamos de ellas. 

En psicología hablamos del fenómeno llamado "profecía autocumplida", que hace referencia a que las personas se acaban comportando según lo que esperamos de ellas. Es decir, las expectativas que tenemos hacia una persona, inconscientemente, influyen en cómo esa persona se comporta con nosotros, lo que determina que, finalmente, se comporte como realmente esperábamos.
Aplicado a este tema, podemos decir que si mantenemos unas expectativas altas acerca de las personas mayores, confiarán más en su capacidad y en su poder para tomar decisiones y actuar por ellas mismas; si nuestras expectativa son bajas, porque consideramos que no saben tomar decisiones o que ya no tienen capacidad para hacerlo, no se sentirán eficaces para hacerlo.

La "autoeficacia", es decir, la creencia que una persona tiene sobre su capacidad, está muy influida por los estereotipos negativos, en este caso hacia las personas mayores. Las personas mayores se percibirán a ellas mismas como menos capaces, disminuirán sus expectativas acerca de lo capaces que pueden llegar a ser en el futuro y, por tanto, se comportarán conforme a aquello que esperamos de ellas.

Entonces, ¿por qué empoderar a las personas mayores? Claramente porque tiene una gran influencia en su autoconcepto, en su calidad de vida y en su nivel de autonomía. Es una de las claves para un envejecimiento exitoso y saludable. Restarles poder es restarles capacidad y, por tanto, hacerles más dependientes de los demás.

¿Cómo empoderar a las personas mayores?

Inconscientemente, durante nuestro día a día, empoderamos y otorgamos capacidad a todas aquellas personas con las que nos rodeamos. Igualmente podemos hacer con las personas mayores, que personas son. 

1. Toma de decisiones
Debemos permitir que las personas mayores tomen sus propias decisiones. Dejarles valorar las diferentes opciones a las que se enfrentan, valorarlas y decidir qué quieren hacer. Como decía, cuando lo hacemos "por su bien" no son ellos los que deciden, somos nosotros, aunque sea por su bien. A nadie nos gustaría que otros decidiesen sobre nuestra vida, nos sentiríamos anulados. Ser mayor no implica una disminución de la capacidad para decidir.

2. Opinión
Tengamos en cuenta la opinión de las personas mayores. Puede ser que no estemos de acuerdo con ella, como tampoco estamos de acuerdo con la de muchas otras personas, pero tengámosla en cuenta. 

3. Implicación
Permitamos que las personas mayores se impliquen en aquello que deseen, a nivel de la vida diaria, a nivel social y comunitario. Respetemos sus deseos e inquietudes, y que en función de ellos decidan.

4. Participación
Igual que debemos permitir que se impliquen en aquello que sea de su interés, debemos también hacerles un hueco en nuestras comunidades y en la sociedad. Hacerlos partícipes de la vida social, permitir que expresen su opinión política, que organicen eventos en las comunidades de vecinos...

5. Integración
Como conclusión, integrarles en la sociedad. La discriminación por razón de edad (viejismo o edadismo) es un fenómeno que, aunque cada vez menos, todavía está muy presenten en nuestra sociedad. Las personas mayores son otro colectivo más dentro de la sociedad y, aunque pretendamos englobarlas bajo la misma etiqueta, nada tienen que ver unas con otras. 


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