Aunque coloquialmente este término es conocido como la “barriguita” que les crece a algunos con la entrada en la madurez, tiene también su sentido a nivel psicológico, de perspectiva vital.
A
partir de las décadas de los 40 y 50 años comienzan a ser visibles los signos
físicos del envejecimiento, como las arrugas, las canas,… Para algunas
personas, esto supone una gran preocupación, considerando estos rasgos como el comienzo de la cuenta atrás, del "declive".
Nada
más lejos de la realidad, diferentes estudios han analizado los niveles de
felicidad durante las distintas etapas de la vida y, ¿qué han encontrado? “La curva de la felicidad”. Durante la infancia y la juventud, los niveles
de felicidad general de las personas son altos, descendiendo durante la
madurez, para volver a ascender a niveles anteriores durante la etapa de la
vejez.
¿Con
qué podemos relacionar esto? Seguramente esta curva tenga relación con la
perspectiva vital que se adopta en cada una de las etapas vitales.
Podemos
decir que, psicológicamente hablando, la perspectiva vital se puede dividir en
dos etapas clave: antes y después de los 40 años. Hasta la década de los 40
(aproximadamente), las personas basamos nuestra felicidad en las expectativas
que creamos hacia el futuro y en los objetivos que deseamos alcanzar. A partir
de esta edad, nuestra felicidad gira en torno a los objetivos marcados y los
logros alcanzados, integrando las experiencias vitales que dan sentido a
nuestro yo.
by Hans |
¿Qué pasa entonces en las décadas de los 40-50
años, cuando se da esa curva negativa de la felicidad? En esta fase que podríamos considerar
intermedia, tiene lugar un cambio de perspectiva vital, dominada por preocupaciones, incertidumbres
y miedos (en ocasiones, hacia la futura vejez y los signos físicos que comienzan a aparecer).
¿Podemos
considerar entonces la vejez como una etapa de plena felicidad? Rotundamente,
SÍ.
La mediana edad: La curva de la felicidad (Elsa... por raulespert